El avión caído. El avión es una cruz en plena Cuaresma. Nos muere este Airbus en medio de Europa, estrellado, puerta cerrada, ocho minutos cayendo, otras eternidades. El horror en picado, el avión que nos muere y nos mata, una cruz electrónica, un copiloto que se encierra, un piloto que sale, casi Alemania, casi Francia, las gentes de esa Europa que vuela lowcosteando, tragedia sin saber nada, restos, restos, restos.
Unos sonidos apenas, en un mundo que lo graba todo en vídeo, en la era del streaming personal, del selfie continuo, las cabinas de los aviones deben esperar a que se encuentre esa caja fuerte con algunos indicios del pasado: es un concepto arqueológico, basado en la superstición de que no queremos que ocurra y, al no quererlo, no ocurre. Pero a veces ocurre. Un copiloto, una puerta, copiloto humano. Queremos ser máquinas para que no nos quiten el sitio, y se nos va la cabeza, a veces. Un hombre entra en una oficina bancaria y destroza los objetos, mesas, ordenadores, cristales, y se sienta a esperar a la policía. Las cosas fallan y las personas petan, o al revés. La caja negra es la mala conciencia, el cobrador del frac, algo obsoleto cuando todo se vive y se transmite en directo.
Esta Europa que no consigue existir como algo político ha venido a existir en un sepelio, en medio de la nada, en una montaña Gólgota que se deshace, como la misma Unión Europea. Esos gestores de deudas que presiden los gobiernos se han reunido en el corazón de un continente devastado por la codicia y la ausencia de una idea de futuro.
Los reyes de la amargura se reúnen en la tragedia que resume el estado de Europa, gentes que van y vienen lowcosteando urgidas por la prisa y la angustia, en el sitio más rico de la tierra, donde todo se deshace en lo inmediato, que es el pasado de las deudas. En esa montaña se reúnen los países que no saben lo que son y las víctimas individuales, más allá de lo comprensible y del horror; y unidos en esa debilidad del humano perdido se atisba una auténtica Unión que no la hacen porque no quieren, por pereza y desidia; en la tragedia y los abrigos negros y las cintas del desastre podrían encontrar un hueco en sus atribuladas agendas de cobradores del frac para pensar el futuro y llevar algo de esperanza a tantos millones de personas que están en el mejor de los mundos asistiendo a su debacle.
Ese avión cayendo de morros sin saber por qué es Europa.
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Guillem Martínez: https://directa.cat/xoc-0
http://fronterad.com/?q=germanwings-variaciones-
sobre-supuesto-monstruo-o-sobre-dificultad-escuchar