Cuatro horas escuchando a expertos sobre el futuro de las pensiones. La conclusión: me pego un tiro.
Al único que entendí fue a uno muy simpático que llevaba traje claro y pajarita. A pesar de mi aspecto, dijo, estoy a punto de jubilarme. Luego explicó que el verdadero y auténtico y único problema de las pensiones era uno: la longevidad.
Dijo que la tasa de natalidad no le preocupaba nada. Que si no nacía gente suficiente, la comunidad se extinguiría y punto. No era un problema, al menos desde el punto de vista de las pensiones.
El problema es, dijo, que en pocas décadas, en muy pocas décadas, viviremos o vivirán hasta los 120 años. Y que eso es insostenible. No se puede mantener a alguien que se jubila a los 65 años, a veces mucho antes, y que vive hasta los 89. Y menos, cuando la media llegue a los 120. Que será pronto. Dos décadas, tres décadas.
Luego dijo, el experto de la pajarita y el traje claro, que había que retrasar la edad de jubilación, como ya se estaba empezando a hacer en algunos países. Incluido España.
Lo único bueno del congreso: cuando los usuarios de Pensumo lleguen a los 120 años tendrán una fortuna.