¿Hay alguien ahí..?
Creednos… hemos sido buenos chicos, y hemos seguido el imaginario “manual de emprendedores sociales”, al pie de la letra.
Escuchamos su llamada, y acudimos:
“¿Tienes un proyecto para cambiar el mundo? ¡Venid a nuestros semilleros! Sí, es muy bueno… ¡Contadlo! Mejoradlo y pivotad; dejad que nuestros expertos os acompañen y aconsejen; dejad que os lo evalúen y verifiquen su viabilidad; presentadlo a un concurso: convenced y ganad; vais bien, pero… ¿Tenéis verdadera fe? ¡Demostradlo y endeudaros para 2 generaciones! Sí, es duro, pero necesario… Ahora contadlo en las redes sociales; pero… ¡Contadlo en también en Madrid! Y ahora sería cuestión de ganar otro gran concurso, este de una Universidad Europea! Genial: ¡Id a la tele!; Ahora haced el piloto… ¡Ñaummm! Estupendo, esto funciona. Y ahora desarrollad una APP, no, mejor dos que nunca se sabe… Y participad en ese Congreso con otra gente con la misma cara de pardillo que vosotros; y contadlo en la radio; y conseguid un partner grande que le dé marca ¿Ya lo tenéis? Maravilloso, sois los mejores. Ahora… ¡Conseguid inversores!; Ya los teneis… mmmm, insuficiente, pero válido; ahora llega el momento de ponerlo en marcha y demostrar que es real… y facturad para que se vea que vais en serio; Bieeeen… y consigue unos miles de clientes para demostrar “tracción”; y haced más ruido en Redes Sociales; y conseguid otro partner, y… ”
Pero, a ver… ¿qué leches hace falta para que una herramienta de innovación social sea contemplada como tal por una Administración? ¡Cómo si tuviéramos pocas barreras con las que nos han impuesto desde que nacimos los bancos y las grandes superficies!
Llega un momento, que un proyecto importante socialmente disruptivo, no puede extenderse sin apoyo institucional, hablamos de revitalizar de manera inteligente el Sistema de Pensiones, dinamizando pequeños comercios y favoreciendo el microahorro, y así lo vendimos desde el primer momento. Y la administración debiera reconocer que proyectos necesitan un golpecito en el hombro, cuales una subvención y en cuales hay que mojarse con decisiones y no dejarlos al capricho de las fundaciones bancarias. Y mucho más, cuando realmente provocan beneficio social según certifican sus propios técnicos expertos (los de la Administración e incluso los de los bancos). ¿Es ineptitud, desconocimiento o negligencia?
Resulta fácil llenarse la boca hablando de innovación social, pero promover políticas consecuentes ya es otra historia.
PENSUMO (Premio Pasión IE 2014 “Distribución Comercial del Futuro” / Premios Innovadores Sociales Universidad Europea 2014 / Apoyada por 8 organismos oficiales entre ellos, 2 centros europeos /Incubada en el semillero CIEM de la empresa INIT / Participada por el Grupo Zeta de Comunicación /Patrocinada por ALLIANZ)
Derecho al ahorro:
“Todo individuo desde su nacimiento, tiene derecho a un Plan de Ahorro individual (Hucha personal de previsión) gratuita, en la que concentrar micro-aportaciones y estímulos económicos directos por compra u otro tipo de actividad medible. Dichas aportaciones siempre tendrán carácter voluntario y serán realizadas por el entorno del individuo.
Los poderes públicos y administraciones favorecerán las donaciones a las huchas personales de los ciudadanos, de empresas, asociaciones, etc con incentivos fiscales, (reducción de impuestos directos) y campañas de educación en el Derecho al ahorro”.
Los poderes públicos dotaran a los ciudadanos de la tecnología necesaria para poder realizar la medición de su actividad y de esta forma poder acceder a las microaportaciones por parte de su entorno. (Medir para reconocer y gestionar)